La manera más sencilla pero poderosa de promover el desarrollo cognitivo de los más pequeños
28 de mayo de 2024
Una de las formas más sencillas pero poderosas de contribuir al desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños, en especial para ayudarles a desarrollar su capacidad de aprender, es… hablar con ellos. En efecto, más allá de alimentarlos y cuidarlos con afecto, por supuesto, dedicar tiempo a interactuar con ellos por medio del lenguaje verbal es tan sencillo como relevante para su desarrollo.
Desde mucho antes de pronunciar sus primeras palabras, los más pequeños ya están aprendiendo el lenguaje verbal. Y los estímulos que más les ayudarán en este aprendizaje serán las conversaciones de las personas a su alrededor, especialmente cuando se dirijan a ellos. En realidad, antes de los 2 o 3 años, no hay nada que contribuya más a ello que los estímulos que reciban de la interacción directa con las personas de su entorno [1].
Al hablar con ellos, algo que especialmente enriquecerá su cognición será el vocabulario que aprendan. Las palabras son piezas indispensables de nuestro pensamiento, nos dan acceso a nuevas ideas y conceptos, expanden nuestra percepción del mundo y amplían nuestra capacidad de razonar y aprender.
Diversos estudios muestran que, ya a los 3 años, una diferencia importante entre los preescolares, una que influirá marcadamente en su aprendizaje al empezar la escuela, es el vocabulario que conocen. Y esta diferencia se debe en especial a las oportunidades que cada uno ha tenido para desarrollar su vocabulario previamente en el entorno familiar [2].
El poder de leer y compartir historias
Por eso, si hay algo aún más importante que hablar con los más pequeños, o que dejarles escuchar nuestras conversaciones, es leerles historias.
En efecto, las historias forman parte de la naturaleza humana. Desde los albores de nuestra especie, generación tras generación, hemos compartido conocimientos y visiones del mundo a través de los relatos. No es difícil imaginar a nuestros antepasados sentados alrededor del fuego, compartiendo historias de toda clase.
Y es que la especie humana evolucionó de la mano de las historias. Quizás por eso los científicos cognitivos decimos que las historias tienen un lugar privilegiado en nuestra mente [3]. En primer lugar, porque nos resultan fascinantes, sostienen nuestra atención… Podríamos pasarnos horas escuchando historias, y aun quedarnos con ganas de más (¿y ahora qué pasará?). Puede que esto se deba a que las historias plantean situaciones problemáticas que se deben resolver, y a nuestro cerebro le apasiona resolver problemas.
Sea como sea, las historias también nos resultan más fáciles de comprender y recordar que otros tipos de discursos y esto las hace muy poderosas como herramienta de enseñanza y aprendizaje. En realidad, con las historias, los niños (y los no tan niños) no solo aprenden hechos e ideas, sino que también enriquecen su vocabulario. Especialmente cuando estas historias salen de los libros.
Porque si hay un lugar donde el vocabulario es mucho más rico que en el discurso oral cotidiano, ese es sin duda en los textos escritos. Por eso leer historias a los más pequeños es tan beneficioso.
El valor de la lectura compartida
Y si leerles historias es algo excepcional, hay algo que aún lo hace más extraordinario: compartirlas con ellos [4]. Así es, la “lectura compartida” no es otra cosa que irse deteniendo cuando leemos una historia para interpelar a los niños y preguntarles sobre lo sucedido en el relato, para preguntarles qué creen que pasará, para señalarles algún dibujo y preguntarles sobre su relación con la historia, o incluso para llevar su atención a las palabras del texto escrito [5] y ayudarles a apreciar que tras la escritura se esconde el habla; que los textos escritos son la voz de alguien fijada en unos símbolos dibujados sobre el papel.
No hace falta decir que compartir historias también crea lazos afectivos, que en el futuro los motivarán a ver la lectura como una actividad placentera, vinculada a los buenos momentos.
En fin, hay pocas cosas tan sencillas y al mismo tiempo tan poderosas con las que ayudar a nuestros hijos. Las palabras son el regalo más extraordinario que podemos ofrecerles para descubrir el mundo, para crear vínculos, para ampliar sus horizontes y para potenciar su capacidad de razonar y aprender.
Hablémosles, leámosles historias y compartámoslas con ellos.
Recomendamos este vídeo de la Universidad de Deusto para saber en qué consiste la lectura compartida:
ESCRITO POR Héctor Ruiz Martín
Director de la International Science Teaching Foundation. Investigador en los campos de la neurociencia y la psicología cognitivas de la memoria y el aprendizaje. Miembro del Grupo de Investigación en Ciencias del Aprendizaje y la Enseñanza de la Universidad Autónoma de Madrid.
Autor de «Edumitos» Ideas sobre el aprendizaje sin respaldo científico (ISTF), Los secretos de la memoria (Ediciones B), ¿Cómo aprendemos? (Graó) y Conoce tu cerebro para aprender a aprender (ISTF).
Si quieres conocer más sobre el trabajo de investigación y divulgación de Héctor Ruiz Martín puedes leerle y seguirle en @hruizmartin
Referencias:
- [1] Tamis-LeMonda C.S., Kuchirko, Y., Song, L. (2014). Why is infant language learning facilitated by parental responsiveness? Current Directions in Psychological Science, 23:2121–26 // O’Doherty, K., Troseth, G. L., Shimpi, P. M., Goldenberg, E., Akhtar, N., & Saylor, M. M. (2011). Third‐party social interaction and word learning from video. Child development, 82(3), 902-915.
- [2] Rindermann, H., & Baumeister, A. E. (2015). Parents’ SES vs. Parental Educational Behavior and Children’s Development: A Reanalysis of the Hart and Risley Study. Learning and Individual Differences, 37, 133-138. // Cartmill, E. A., Armstrong III, B. F., Gleitman, L. R., Goldin-Meadow, S., Medina, T. N., & Trueswell, J. C. (2013). Quality of early parent input predicts child vocabulary 3 years later. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110(28), 11278-11283.
- [3] Willingham, D. T. (2004). Ask the cognitive scientist the privileged status of story. American Educator, 28, 43-45.
- [4] Zucker, T. A., Cabell, S. Q., Justice, L. M., Pentimonti, J. M., & Kaderavek, J. N. (2013). The role of frequent, interactive prekindergarten shared reading in the longitudinal development of language and literacy skills. Developmental psychology, 49(8), 1425.
- [5] Piasta, S. B., Justice, L. M., McGinty, A. S., & Kaderavek, J. N. (2012). Increasing young children’s contact with print during shared reading: Longitudinal effects on literacy achievement. Child development, 83(3), 810-820.